Estoy aquí, en esta tierra. Dios y la vida me han puesto este par de ojos que ven de manera peculiar todo lo que pasa al rededor. Un ser humano, eso soy, pero al parecer eso significa algo muy especial para mí, pues al parecer soy incapaz de ver todo lo que me rodea con la misma mirada que mis pares.
Cada día que pasa mis razones para seguir en este plano se van desvaneciendo y solo van quedando pequeños trazos de lo que llamamos vida. Cada día, está existencia se va haciendo más y más pesada, al punto de que ya no hay espacio en mi pecho para respirar y aunque sigo notando la belleza que hay en este planeta y en el universo por alguna razón esas cosas no conforman ninguna razón para seguir aquí.
Soy yo mi propia enemiga, y lo he sido desde que tengo memoria.
Siempre fue difícil para mis padres quererme tal y como era, siempre necesitaron una hija más aplicada, más obediente, menos contestona, menos enojona. Y así crecí aprendiendo que quien soy nunca será suficiente. Rápidamente mi mayor deseo fue el de irme cuánto antes de casa, hacer mi vida lejos y nunca mirar hacia atrás, y en cuanto pude lo hice, pero no resultó bien, descubrí que en realidad de quién huía era de mi misma, y malas noticias, nunca podré huir de mi propia existencia. O por lo menos tendría que vivir conmigo hasta el día de mi muerte... Desde entonces he procurado que ese día llegase más pronto que tarde... Pero tampoco ha resultado como esperaba.
4 intentos activos de suicidio he tenido a lo largo de mi vida.
Hace 5 años que estoy en tratamiento psiquiatrico en un intento de llevar una vida normal, y la verdad es que tampoco ha resultado como debería ser.
Es extraño, porque puedo sonreír, puedo bailar, puedo hacer arte y al parecer mi existencia es agradable para muchas personas, pero para mí, soy la peor persona del mundo, no hay un día que pase en el que no desee ser alguien más, o por lo menos en el que no desee ser yo y es que a lo largo de todo este tiempo he conocido a personas realmente felices quienes no opinan que la vida deba ser corta, y que la muerte no es más que el alivio de la tortura de vivir.
¿Qué más puedo hacer?
No puedo ni siquiera mantener un trabajo porque mi cada día más deteriorada salud mental me boicotea cuando menos lo espero.
No tengo un lugar seguro a dónde ir corriendo cuando todo se pone mal.
Hoy entre mis pensamientos llego la realización de que ni siquiera puedo seguir viviendo en estas cuatro paredes pues no tengo con que pagar otro mes de renta.
De verdad me siento perdida.
Una tía me ha propuesto irme a vivir con ella y con su familia, pero yo no podría permitirme que mi sobrina creciera con una persona como yo, tan deprimida todo el tiempo, tan pesimista.
Mi papa me ha dicho que no puede recibirme por mucho tiempo, porque el vive en una casa de su trabajo y lo podrían amonestar por tener a alguienas viviendo ahí.
Pensar en todo esto es una tortura.
Hace un mes estaba planeando mi boda, hablando de un futuro con alguien a quien amaba a profundidad y la realidad golpeó la puerta. Estar juntos nos hacía más daño que bien. Yo nunca iba a poder ser la mujer que el quería y el nunca iba a poder ser el hombre que yo necesitaba. Y esa realización abrió más la llaga sangrante de mi corazón. ¿Por que entonces la vida me permitió compartir dos años con el? ¿Por qué tengo do se dio para que yo me enamorara con esa intensidad? No lo sé, solo se que a quien recurría cuando todo se ponía difícil era a el, y ahora el ya no está...
Estos días se me han ido entre dormir y llorar y sin embargo no siento descanso ni consuelo alguno.
He visto gente que sufre y se pierde en su arte y yo ni siquiera puedo hacer eso.
De verdad Dios, ¿qué es lo que necesito para que te apiades de mi?
Estar viva es un sufrimiento enorme, soy muy miserable, y no tengo nadie por quién pasar todo este dolor valga la pena.
Estoy totalmente desconectada de todo lo que vale la pena en esta vida, incluso de las cosas vanales.
Yo odio el suicidio, es doloroso, es complicado lo he intentado varias veces y no resulta como yo quiero. Y la verdad es que no quisiera tener que morir. Recuerdo cuando era pequeña, unos años antes de comenzar a sentir depresión, deseaba la vida eterna, deseaba usar mi cerebro para aprender todo sobre el mundo, viajar y viajar, amar mucho, tener descendencia, compartirme con los demás. Que deseo tan más tonto.
Ahora el único deseo que me da paz, es el de que Dios decida ponerle fin a mi sufrimiento, y que esta noche fuese la última que tuviera que vivir. Que el dolor de mi pecho al respirar fuera la señal de que pronto todo esto acabará...
Se que no faltará quien diga, Fer, hay quienes sufren más que tú, piensa en gente que haya vivido más tragedias que tú... Y la respuesta a eso es que sincera y profundamente no me importa. Cada quien ha venido a este mundo a tener una experiencia individual de lo que es la vida. Hay quienes como yo, estamos atrapados en nuestra propia mente, y déjenme decir que esa es la peor tragedia de todas, pues no importa que pase fuera, no importa donde esté, igual mi mente me mantiene presa y no me soltará hasta el día en que todo esto acabe.
Mientras tanto, ¿Qué puedo hacer?
Mañana pondré a la venta todas mis cosas y procuraré quedarme solo con lo que yo sola pueda cargar.
Planear otro suicidio me parece una perdida de tiempo, y no porque ya no desee morir, si no porque la verdad creo que no se cómo hacerlo bien.
Hablar de esto con alguien es insulso cuando todo mundo tiene una visión tan bella de la vida.
Creo que no hay nada más que agregar... Creo que ya no hay nada más que intentar...
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